El precio del éxito

Hoy la reflexión va sobre negocios, negociantes, emprendedores, empresarios, y otras bestias de temer. La culpa ha sido de dos películas que he visto recientemente, y que me han dejado literalmente alucinada.



Foto de Felipe Beiza. Flickr.

Una ha sido el biopic de Steve Jobs. Lo cierto es que me ha impresionado, por un lado su visión, su tenacidad, lo que ya conocíamos todos porque bien se han encargado de promocionarlo. Cuáles son las actitudes (me quedo solamente con algunas por lo que diré después) que debe tener todo emprendedor. Pero por otro lado, he visto también ese lado oscuro que muy pocos conocíamos, su despotismo, su ambición desmedida, su egocentrismo, y todo lo que le rodea, esa jungla de los negocios que nos aleja del mundo chachi de Silicon Valley y de las starts up. Emprender está bien, pero hay mucho cabroncete suelto, así que ojo al dato.

La otra peli ha sido la del Lobo de Wall Street. Esta ya se lleva la palma. Para forrarse hay que ser, literalmente y perdón por la expresión, un auténtico hijo de la gran puta. Fraude en valores, drogas a tutiplén, exceso y depravación... Eso sí, el tío forrado hasta las cejas, megacasa, superyate, coche que ni el de Michael Knight... Aunque al final, oh lástima, al sujeto le pillan y termina dando charlas a ese perfil de estadounidense que suele aparecer en las películas, en plan pardillo integral. Y es que parece que en USA o eres un crack o eres tonto de baba, no sé qué nos quieren vender, la verdad.

La cuestión es, ¿este es el tipo de éxito que nos quieren mostrar? ¿De verdad esto es así? ¿Hay que ser una mala persona, sin escrúpulos, para triunfar? Y encima, las películas, sobre todo la segunda, se lo tomaba muchas veces a cachondeo... Otra cuestión es, ¿y qué es triunfar? ¿qué es el éxito? ¿estar podrido de pasta pero vacío de valores y sensibilidad?

En un contexto como el actual, donde ese capitalismo exacerbado que se muestra en ambos filmes nos ha dado una buena patada en el culo (y lo que nos queda), se nos ofrece una oportunidad para dar un paso adelante, hacia nuevas formas de relación económica. Algo ya tuve oportunidad de ver ayer en Comando Actualidad, para escándalo y escarnio de muchos de los que aparecían en dicho programa, denostando las iniciativas planteadas.

Pero es lo que hay. El emprendimiento social, sostenible, el consumo colaborativo, la democratización de la economía, empieza, está empezando, desde abajo. Hay mucho camino por hacer, no lo dudo, porque lo que hemos vivido hasta ahora nos atenaza como fieras y es difícil saltar a algo nuevo. Pero lo cierto es que se están haciendo cosas, muy interesantes, con margen de beneficios... aunque no dé para un yate. La pregunta es si esto es compatible con dejar de ser un indeseable éticamente hablando o, como me imagino, habrá de todo.

Cosas veredes, amigo Sancho, que diría aquel...

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